EL TEATRO GENERATIVO
- COMPAÑÍA BUENOS AIRES ESCÉNICA
El Proyecto Pruebas de la Compañía Buenos Aires Escénica, bajo la dirección y dramaturgia de Matías Feldman, surge en 2013 con el propósito de investigar acerca del hecho teatral y sus procedimientos escénicos. Su origen tiene lugar en el antiguo Club de Teatro Defensores de Bravard, la escuela de actuación del propio Feldman y de su socio Santiago Gobernori, con quien imparte las clases. Cada una de las pruebas que constituye al proyecto, indagando sobre algún aspecto que hace al teatro, fue llevada a escena en un formato poco convencional, bajo un modelo de representación que la compañía denomina como «realismo por defecto» o «por default». Pues, si bien las pruebas llevan al límite algún rasgo escénico, al punto de alterar la escena realista, la sensación de realismo ―constata la compañía― sigue persistiendo: el espectador rápidamente edita y capta la escena porque el realismo tiene la cualidad de ser elástico. De allí, que siempre se estará, de prueba en prueba, deslizando los límites de la ficción ―más bien de su construcción― a fin de desestabilizar al espectador en sus modos de percibir la escena dramática.
El objeto del Proyecto Pruebas es la expectación, en ver qué sucede con ella, ya que la obra, insiste Feldman, sólo es desde el punto de vista de los espectadores. Es decir, el foco de las pruebas está en la percepción, en cómo funciona y opera el aparato perceptivo del espectador. Bajo esta premisa, se gestaron siete pruebas en donde se investigaron: la figura del espectador, el realismo, las convenciones, el tiempo, el ritmo, la narración hipervincular y la interpretación.
Prueba I: El espectador
Por medio de una puesta en escena sin butacas, la cual sucedía entre los espectadores atravesando los diversos ambientes (inclusive el baño y la cocina) de lo que era el antiguo Teatro de Bravard, se propuso que sea la ficción la que pase a mirar al espectador, en vez de que éste la mire a ella.
Prueba II: La desintegración
En ella, se buscó desintegrar a la escena realista poniendo en juego alguna de las variables que la componen, a propósito de que el espectador registre una falla en la escena y, en consecuencia, identifique al realismo como un sistema que, mientras funciona, esconde sus procedimientos formales de creación. En la falla del sistema, entonces, el espectador toma conciencia de que aquello a lo que asiste ―el realismo― es creado.
Prueba III: Las convenciones
Presenta a Bernabé, un personaje “idiota” que, al no asumir las convenciones que hacen a la ficción de la que él mismo forma parte, evidencia de forma explícita los pactos ficcionales que rigen entre el espectador y la obra. Este personaje, a su vez, pone en peligro el curso de la historia y, por lo tanto, el resto de los personajes se ven en la necesidad de contener la escena, "arreglando" las convenciones que el mismo Bernabé atenta.
Prueba IV: El tiempo
Ralentizando al extremo los movimientos de los actores, en escenas simultáneas que parecían permanecer quietas en una suerte de presente estirado, se pusieron en relieve todas esas expresiones intermedias que emergen entre un gesto y otro pero que, al transcurrir en su velocidad normal, no las reconocemos y, por ende, no las tenemos clasificadas. Se ingresa, entonces, en la zona de lo innombrable, de dejar aparecer aquello que no somos capaces de percibir en su pleno acontecer.
El ritmo (Prueba 5)
Esta prueba fue compuesta como una partitura dramática, donde las escenas se concibieron a partir de la escucha, de los sonidos que en ellas habitan, llevando al límite el ritmo que toda escena es capaz de producir. Se investigaron, de esta manera, la métrica, los acentos, los motivos, la textura y la (ir)regularidad de los sonidos generados por: la contaminación de las voces, las corridas de los personajes, el acarreo de las cajas, el tipeo de los teclados, entre otros elementos. Asimismo, la prueba se propuso explorar las combinatorias de aquel ritmo con el contenido de las escenas, las cuales abordaron la desmaterialización laboral del capitalismo financiero.
El hipervínculo (Prueba 7)
La puesta se constituyó en torno a escenas que se linkeaban entre sí pero que no guardaban una conexión lógica, sino hipertextual, donde resonaban imágenes, conceptos, frases, personajes y tipos de actuación ya expuestos previamente. Con ello, se intentó llevar a escena los modos en que nuestra estructura cognitiva contemporánea organiza el pensamiento.
La traducción (Prueba 8)
Mediante la traducción de gestos, acciones, estados e incluso escenas mismas se exploró acerca de la interpretación y en cómo ésta conserva sus intereses o bien imprime sobre la traducción que ejerce algún tipo de traición. Se trató, entonces, de develar las diferentes capas de sentido que conviven en un objeto —de la naturaleza que fuese— puesto en escena.
Las pruebas I, II, III y IV tuvieron su génesis en el sector independiente, entre 2013 y 2015, exhibidas en el primer Teatro de Bravard, el Teatro del Perro (actual Teatro Cooperativa Perra) y la entonces galería Prisma-KH en el barrio de La Boca. En 2016, el proyecto se traslada al circuito oficial luego de que Vivi Tellas, directora artística del Teatro Sarmiento, convocara a Matías Feldman para ejecutar una retrospectiva en lo que resultó la primera edición de Artista en residencia (CTBA). En este marco, se proyectó un registro audiovisual de El espectador y se repusieron La desintegración, Las convenciones y El tiempo. La primera prueba fue proyectada en el patio del teatro mientras que la última fue puesta en escena puertas afuera (en la explanada de la entrada), rompiendo con los esperables formatos de exhibición. A su vez, como parte del programa de la residencia, la compañía dictó workshops referidos a las pruebas y puso a disposición del público las llamadas “bitácoras”, donde Juan Francisco Dasso, dramaturgista de la compañía, fue documentando referencias, disparadores, datos, citas y recordatorios de cada uno de los procesos creativos. Por último, la residencia incluyó la creación de El ritmo (Prueba 5), estrenada en marzo de 2017.
Por su parte, El hipervínculo (Prueba 7) fue estrenada en julio de 2018 en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, luego de que Feldman haya sido convocado por el entonces director del Complejo Teatral de Buenos Aires, Jorge Telerman, para crear una nueva obra de su autoría. Mientras tanto, La traducción (Prueba 8) tuvo su estreno en julio de 2022 en la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes, contando con la participación del grupo Piel de Lava. Al igual que en el programa propuesto por Artista en residencia, estas dos últimas pruebas también contemplaron talleres abiertos a la comunidad y la invitación a consultar las bitácoras.
Sistema generativo dramatúrgico y actoral
El teatro de Matías Feldman no pone su interés en el avance diacrónico de un relato, sino en la idea de capas en una misma cuadrícula, es decir, en las distintas capas de sentido que habitan en una misma escena que, en el devenir cronológico, no se alcanzan a espectar. En los términos del director se trataría de un «teatro vertical», debido a que se rompe con el progreso lineal que propone la narración clásica (cfr. Teatro San Martín CTBA, 2023, 24m26s). De allí que el Proyecto Pruebas recurrirá a la repetición de escenas, frases, palabras y gestos con el fin de que el espectador vuelva a asistir a eso mismo pero pudiendo entrever otros sentidos.
La repetición se plantea así como una operación que divide, reordena y en consecuencia deforma las situaciones dramáticas, frases, palabras y gestos, alterando —casi que vaciando— sus significados obvios o esperables. En esa alteración, se busca descubrir otras instancias de significación que existen pero que se encuentran veladas, opacadas, enturbiadas o incluso perdidas. Se trata, por un lado, de recuperar la memoria que arrastra consigo un signo para comprender cómo aquello que se fue perdiendo a lo largo del tiempo en verdad persiste, permanece significando, produciendo sentidos ocultos. Y por el otro lado, se trata de liberar al signo, puesto que al salirse de su contorno puede presentarnos y abrirnos hacia un nuevo campo semántico.
Más allá de la repetición, Feldman propone para cada prueba distintos procedimientos escénicos. Así, podemos encontrar tipos de actuación: “neutro”, “sintética”, “literal”, “fuera de escena” (Las convenciones); movimientos hiper-ralentizados (El tiempo); las denominadas “fisuras corporales” en las que un personaje sufre, en su cuerpo, un breve temblor que se replica en sus compañeros (El ritmo); maneras específicas en las que se componen las escenas (como las escenas “metaformosis” de El hipervínculo); entre otros. Todos estos procedimientos requieren necesariamente experimentar con las propuestas de los actores, donde la dramaturgia muchas veces se limita a la consigna para que el actor pruebe durante el ensayo. De esta forma, el actor es provisto de agencia autoral: “‘Hacé jueguito tranquila’”, le dice Matías a Vanesa Maja en los primeros abordajes de su monólogo como Juana La Loca”, atestigua el dramaturgista en la bitácora de la séptima prueba (Dasso, 2018, p. 34).
El texto dramático plantea el asunto de la prueba (el espectador, el realismo, el tiempo, etc.), instaurando universos (la mesa familiar, el trabajo, la monarquía española); creando y asignando personajes; y armando la secuencia de escenas que, incluso aunque estén escritas, contemplarán reglas de creación específicas que deberán ser probadas por los actores. Dicho de otro modo, las escenas no serán consumadas en términos dramatúrgicos hasta no ser ensayadas con los cuerpos de los actores. Así, el Proyecto Pruebas se establece como un sistema que, para entrar en funcionamiento, precisará de un actor que ejecute las consignas pautadas por la dramaturgia. El actor se torna entonces un intermediario entre el autor, quien decreta la regla creativa, y la obra.
Inspirada en el ensayo de Leonardo Soolas, "Autómatas creadores: los sistemas generativos en el cruce del arte y la tecnología" (2018), me valgo del uso de sus conceptos para pensar a cada una de las pruebas (a excepción de la tercera)* como una obra «generativa». En sus palabras, la obra generativa es “el resultado de una suerte de colaboración creadora entre el artista y el autómata”. Este último —precisa Soolas— es un no-humano activo que puede ser computacional, mecánico, físico, químico, social o simplemente un conjunto de reglas abstractas. En el caso de Proyecto Pruebas está claro que el actor es humano, sin embargo resulta propicio pensarlo como un “actor-autómata” puesto que actúa a partir de un conjunto de reglas abstractas.
Como bien identifica Soolas, el proceso generativo se compone de dos momentos:
Primero, una etapa de diseño del sistema. Segundo, un momento en que el autómata se pone a andar, como la noche de tormenta en que el monstruo del Dr. Frankenstein recibió la descarga eléctrica que inició todo. La primera es una instancia de diseño y proyección imaginaria más clásica. La segunda es la escena novedosa, en la que el artista se repliega, se convierte en espectador de su propia obra, y ve qué pasa.
En su lugar, Feldman dirá que “la técnica implica controlar para descontrolar” (Teatro San Martín CTBA, 2023, 14m44s). El trabajo de escritura del autor deviene entonces en un diálogo, pues durante el proceso de montaje
… el autómata hace cosas que llevan al artista a hacer otras cosas que llevan al autómata a hacer otras cosas, etcétera [...] El resultado es algo que ni el artista (Feldman) ni el autómata (el actor) podrían hacer por sí solos: una obra híbrida, que no es la mera exhibición de las posibilidades técnicas de un aparato, ni la expresión transparente de una intención personal, sino algo tensado entre ambos polos (Soolas, 2018).
Finalmente, “la obra (prueba) vale como testimonio o instancia sensible del sistema abstracto que la produjo” (Soolas, 2018).
* Todo lo analizado aquí excluye a la Prueba III: Las convenciones debido a que su texto dramático, por ya contener su propio dispositivo de ruptura, se mantuvo casi intacto (cfr. Dasso, 2016, p. 15).